Sting y su hija en el estreno de "Harry Potter y la piedra filosofal" (Londres). Ambos son fanáticos de los libros.

La Pottermanía ¿sentimiento o marketing?


Artículo de la editora: Sara Andrea Vera
Fecha de publicación: 25/06/2002

Como ante todo fenómeno de masas, hay quienes no logran comprender por qué tantas personas se sienten fascinadas por Harry Potter. En especial, muchos se maravillan de que los fanáticos de Harry tengan orígenes tan diversos: los hay de ambos sexos, de todas las razas, edades y religiones. Allí donde otros temas dividen, Harry Potter logra poner de acuerdo. Por supuesto, no faltan las voces que se alzan declarando que la Pottermanía es producto de una buena y costosa campaña de marketing. Yo no creo que sea así, sin embargo estimo conveniente analizar las distintas facetas de esta, nuestra adicción.

Primero que todo, debemos reconocer que casi todo en la actualidad está fuertemenete relacionado a la publicidad. No podemos negar que a partir de "Harry Potter y la cámara secreta", una fuerte campaña de marketing ha apoyado a los libros. La inmensa expectación y tremenda presencia medial que logró el estreno de la película "Harry Potter y la piedra filosofal" hizo que los ajenos a la Pottermanía llegaran a sentirse saturados. Los escepticos argumentaron que todo era una moda destinada a vender figuritas, loncheras y cuadernos. Los verdaderos fanáticos lo negaron indigandos.

Pottermaniac@s de corazón
En realidad, podemos encontrar al menos dos tipos de fanáticos: aquellos que vieron la película y les gustó, por lo que esperan ansiosos la segunda parte, y aquellos que se enamoraron de los libros (yo, entre ellos). Estos últimos seguramente vieron la película, aunque a más de uno no le gusto o lo dejó con gusto a poco. Y aunque compren las figuritas y los cuadernos, su principal adicción es y seguirá siendo leer una y otra vez cada uno de los volúmenes de la serie.

Los verdaderos Pottermaniacos conocen de memoria los personajes, las aventuras, las clases y hasta los marcadores de los partidos de Quidditch. Discuten sobre quién debe enamorarse de quién, especulan sobre Lily y James Potter, piden que vuelva el profesor Lupin y miran ansioso el cielo en busca de una lechuza. La forma en que cada uno conoció a Harry es diferente, pero desde ese momento no han dejado de esperar ansioso un nuevo libro y recomiendan a sus amigos y familiares que lean los ya publicados. Para ellos (para nosotros) J.K. Rowling merece el Nobel de Literatura... como mínimo.

La Pottermanía se ha transformado en una fenómeno más allá de lo explicable por una buena campaña publicitaria. La adhesión que sucita entre los lectores no es producto de los medios de comunicación. La respuesta hay que buscarla en los libros mismos. Lo que cautiva es el estilo único de J.K. Rowling y la cercanía de los persoanjes y sus conflictos. Cada uno de los fanáticos se ha transformado en el mejor promotor de la serie y es común saber que contagien a sus padres, hermanos y amigos. No hay que olvidar que "Harry Potter y la piedra filosofal" se hizo famoso de boca en boca, ya que la editorial británica Bloomsbury es independiente y sacó una primera edición de sólo 500 ejemplares.

La peligrosa sobrexposición
Pese a la lealtad de los verdaderos fanáticos, es cierto que la publicidad ha logrado que un buen número de personas compren el libro "porque todos hablan de él". El marketing también ha impulsado la venta de los productos relacionados con la película. Y pese a que la misma J.K. Rowling limitó la utilización del nombre de Harry y su imagen, los muñecos y otras mercaderías abundan. El peligro de esto es trivializar una de las sagas literarias de más repercusión de los últimos años.

Lo que muchos quisiéramos es que quienes vean las películas sobre Harry después se animen a leer los libros. Pero también existe el peligro que a quienes no les gusten los filmes -el primero tiene varios defectos, hay que reconocerlo- no se animen a hacerlo. Lo mismo podría pasar con quienes, cansados de tanta publicidad, desarrollen un rechazo por Harry sin haber siquiera hojeado la serie.

Los libros sobre Harry Potter se convirtieron en un fenómeno mundial sin que existiera nada más que los volúmenes. Y aunque el cine ha ayudado a aumentar aún más su fama, es indiscutible que la obra de Rowling no necesita de la pantalla grande para sostenerse. Su verdadera fuerza está en los Pottermaniacos que atesoramos nuestros ejemplares y memorizamos cada palabra. La tarea es ahora animar a todos a que comprueben que Harry Potter es más que marketing y que llegó para quedarse.


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